A la Mantilla Canaria

Desde el rubor de su cara
al sol que en los ojos brilla
su rostro es luz de alborada
si lo enmarca la mantilla.
 
Si requiebras a tu amada
con sonrojo de mejillas;
blanca, verde o encarnada,
con la negra o la amarilla,
virará a ti su mirada
cubriendo su bello rostro
con siluetas de sombrillas
y la tela alborotada
del juego de su mantilla.
 
Paso a paso hará la fiesta
con brillantes zapatillas,
bailando al vuelo de sedas
y de blancas beatillas;
sin olvidar nunca el paso
y luciendo en su sonrisa
el orgullo de saberse
radiante en la maravilla
de tener sobre su cuerpo
la prenda que magnifica
a la mujer de Canarias
con tradición que encandila
siglos de tierra y cultura,
de nobleza y fe sencilla
que se resume en el cuerpo
de una mujer de arreboles
envuelta en las suaves telas
de nuestra blanca mantilla.