Todo se paga

Siempre se paga un precio por vivir, y por amar en falso, un doble precio.

Se paga por las esquinas de las calles, por las estancias veladas, por las habitaciones de alquiler por horas, por los fines de semana en ocultos hoteles.

Y hasta por los lujosos yates , aquellos de colchonetas y almohadas de plumas.

Se paga por las tiendas de las zonas comerciales, los parque arbolados de la avenida, los baños en las caribeñas playas.

Se paga por las coquetas barcas fondeadas en la oscuridad de la ensenada.

En el amor comprado, hasta por una sonrisa forzada, también se paga.

Si, por todo se paga y cada cosa tiene su precio

Aunque este sea con sabor a pecado, en efectivo y al contado.