LA ETERNIDAD DE LA MADRE

Con una redacción sobre “La Madre” obtuve el premio de redacción de las Fiestas de San Pedro, en Bañaderos, a comienzos de la década de los 70, cuando tendrían entre 10 y 12 años.

A finales de esa misma década, con 17 o 18 años, leía, durante las vacaciones de verano, en la playa de mi pueblo, un libro que me ha marcado, se titula “La madre”, cuyo autor es M. Gorki (1906).

En la redacción y en el libro estaba ella: mi madre.

Recuerdo que en la redacción hacía un breve recorrido sobre algunas madres que han destacado en la historia para terminar escribiendo sobre mi madre. Como premio rme entregaron una pequeña placa y quinientas pesetas, que, orgulloso, entregué a mi madre.

Y, en la lectura del libro, no podía de dejar de establecer un vínculo entre la entrega y el compromiso de la protagonista, una mujer que trabajaba duramente para combatir la pobreza y el hambre, con la entrega y el sacrificio que caracterizó la vida de mi madre.

Se van a cumplir 12 años, que sus restos reposan en el cementerio del pueblo donde escribí aquella redacción y leí aquel libro. Vayan, allí donde esté, estos dos recuerdos como regalos en el día de La Madre, porque las madres nunca mueren, el día que se van comienzan a formar parte de nuestra eternidad.

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