Ángela Molina (Caracas, 1967) por Inma Flores

Poeta venezolana de raíces canarias, ha publicado los poemarios “Aclaratoria” (Editorial Bid&Co, 2013), “Imprudencias” (Editorial Diosa Blanca, 2014) y “Gula” (Editorial Eclepsidra, 2016). Sus poemas han sido publicados en los libros colectivos: |”Festival Luis Natera” (Telde, 2020), “Mujeres 88, Antología poetas canarias” (AOC, 2017),  “Palabra y Verso” (Beginbook Ediciones, 2015) y “Festival Luis Natera” (Telde, 2020).

Es Abogado (2005) y Licenciada en Comunicación Social (1995) por la Universidad Central de Venezuela. Su formación periodística se refleja en sus poemas, escritos en verso libre y de estilo intimista, confesional y social.

La autora tomó talleres con los poetas venezolanos Rafael Cadenas y Armando Rojas Guardia, así como cursos de literatura en la cátedra de Adriano González León, fallecido escritor y poeta venezolano. 

Ha participado en los Festivales “Grito de Mujer” y “Festival Palabra en el mundo”. Actualmente es miembro de la “Asociación de Escritores y Escritoras Palabra y Verso, y del “Círculo de Escritores de Venezuela”.

Próximamente presentará su cuarto poemario, “Cuadernos de La Atlántida”, con prólogo de Berbel de Canarias.

Para que puedan disfrutar de sus versos les dejamos con un par de poemas de esta autora, que adora el Atlántico que une los lugares donde arraiga su corazón:

LAS HEMBRAS

Las hembras paren a sus hijos y entierran a sus maridos.

Después se mueren sin lamentarse,

con una comprensión que lo abarca todo.

No se rompen, se secan las lágrimas que saltan y siguen adelante.

 

Las impulsa la vida, no saben hacer más.

Las hembras desean, devoran, protegen,

lamen las heridas de los otros, nunca lamen las propias.

 

Desgarran la carne con las uñas, gritan con gemidos que atraviesan paredes,

atrapan con brazos y piernas, aspiran los aromas hasta el último aliento.

No abandonan: se desinteresan, genuinamente.

Quieren comerse el mundo en cada hombre,

echan un hombre al mundo en cada parto.

 

Viven, intensamente, y no esperan.

Escuchan las largas sinrazones de los que lo esperan todo.

Sonríen, a veces, con indulgencia.

Se exasperan, únicamente por sus hijos,

piensan que todavía hay algo por hacer, algo que pueden salvar.

No se creen fuertes, (lo son, sin saberlo).

Lo esencial las diluye y las seduce.

 

Hacia allá se dirigen.

 

 

SE PRECISA LA HERIDA

 

Yo vengo de una generación de mujeres terribles

solas como ángeles perversos

de aquellas que no saben renunciar

Yo vengo del naufragio

 

Yo nací de la casta de esas que no se distraen con los pájaros

Somos las que se asoman al vértigo

y una poblada de hachas y colmillos nos cercenan los pies

 

Yo soy la madrugada en pleno mediodía

No hay levedad en mí

Ráfagas de metralla  el hielo  el silencio que hiere los oídos

Roce lunar. Espejo

 

Todas llevamos esta herida que los otros no miran

La tachan de desdén de enfermedad de capricho de histeria

Las mujeres se enredan en sus ciclos de luna

 

Y nosotras partimos, derivamos

Tenemos laceradas las plantas de los pies

 

Yo soy punto de fuga y el exilio

al otro lado, se llama Poesía

 

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