A MI MAESTRO

Hoy, día de los maestros, quiero expresar mi reconocimiento y gratitud al que fue mi primer maestro, allá por 1966, en la escuela de Bañaderos: don José Luis.

Solo estuve con él los dos primeros años de mi escolarización, tenía 6 y 7 años. Y, cuando hice las prácticas como maestro,  don José Luis era el director del colegio de Bañaderos.

Pero, aunque sólo lo tuve de maestro los dos primeros años, nunca perdimos el contacto, ese vínculo maestro – alumno se  mantuvo a lo largo del tiempo.

Puedo y debo expresar con orgullo que fue y será una de las personas referentes en mi vida personal y profesional.

No solo transmitía conocimiento sino, lo más importante, valores, cercanía, motivación y ejemplo de buena, de una excelente persona.

A comienzos del los años sesenta, en una escuela abarrotada de chiquillos, allí estaba Alejando, un grandullón con síndrome de Down que vivía cerca de la escuela y que era uno más en la clase. Viví lo que era la inclusión muchos años antes que ésta se incluyera en las leyes educativas.

Se interesaba por los problemas de sus alumnos y de sus estados de ánimo antes de que surgiera la novedosa asignatura de Educación Emocional.

Un maestro con un alto grado de compromiso social. Sé, y no porque don José Luis lo pregonara, era una persona muy discreta, que ayudó económicamente a algún alumno para que realizara sus estudios universitarios.

Cuántas cosas podía seguir escribiendo de mi maestro… Nunca serán lo suficiente para agradecer las semillas que sembró en sus alumnos y que, seguro allá donde esté, estará celebrando sus historias de vida, donde él sigue siendo un referente.