¡Detenlo Dios Mío!

Volcán que nos arrebataste nuestros recuerdos, como la leña se consume en la hoguera.

Expulsando lava roja y absoluta bajo el cielo de la Cumbre Vieja palmera.

Como una afilada y ardiente guadaña, cortas todo lo que antes fuere fértil pradera.

Ojalá tus cenizas sirvan mañana para dar vida, a las futuras plantaciones de plataneras.

Y que esos tóxicos gases, sean pronto dispersados, por los frescos alisios otoñales.

No nos haga más daño, trocando nuestras esperanzas por tristes desengaños.

Porque aquellos vigorosos pinos con sus verdes ramas, que mataste, ya nunca darán sombra alguna.

¡Detenlo Dios mío!… Y que no siga destruyendo, todo lo que antaño bello fuera.