Encuentros con… Amigos de la Lucha Canaria

La lucha canaria es quizá el exponente más genuino de las tradiciones canarias. Son muchos los entendidos en este deporte; profesionales de los medios de comunicación, árbitros, mandadores, luchadores, y especialmente practicantes y estudiosos de esta actividad deportiva, única en el mundo.

En este modesto documento videográfico que EN producciones Canarias les ofrece. Un grupo de amigos de diferentes generaciones muestran el amor y orgullo que sienten por esta amplia familia de la lucha canaria.

No nos entretendremos en dar muchas explicaciones sobre la historia de la lucha canaria. Somos conscientes de los muchos profesionales y aficionados que se dedican a difundir y practicar la lucha canaria en sus diferentes ámbitos; desde los medios de comunicación, escritores, la docencia, los directivos, gestores deportivos, luchadores y luchadoras, y la afición que acude a  los terreros en todos los puntos de las Islas Canarias.

No se pierdan el contenido de este video , desde principio a fin podrán apreciar los valores que hacen de este deporte, una auténtica escuela de vida.

Como podrán apreciar, aparecerá la figura del  directivo, entre otros del C.L.Tanausu, Gabriel González Calcines. El luchador y mandador , maestro de maestros, Juan Serrano Moreno. La del puntal con amplio recorrido en los Terreros, Manolín Báez Guerra. El destacado luchador, humilde y ejemplo de variedad luchística y estilos,  Carmelo Marrero Castillo, al que homenajeamos al final con un vídeo de una luchada mítica.  La nobleza personificada en la figura de Antonio Rodríguez Sosa, digno representante de este ancestral deporte. Aurelio González Mendoza, profundo conocedor de diferentes técnicas estilos así como con una memoria prodigiosa para rememorar muchos momentos luchísticos. A la juventud representada por Himar Baez Nieves, Aroe Medina García y Daniel Aurelio González García, que han vivido y viven este deporte desde el arraigo familiar, como tantos y tantos jóvenes que hacen posible la continuidad de esta práctica deportiva.

 

 

Les ofrecemos en el siguiente texto un relato del libro “A pie -la ciudad que construimos entre todas” Erg. 2018, bajo el título

Lucha Canaria, carácter y nobleza

Estaba triste, sus ojos brillaban mirando a otros niños jugar. Se acercaba tímidamente por si faltaba alguien  para cubrir el puesto que los demás no querían. En ocasiones le permitían ubicarse de portero, alguna vez de defensa pero sólo si faltaba uno para conformar el equipo. En el juego del pañuelito solían encargarle que lo sostuviera. También lo ponían de cabecera y bajo amenaza de permitirle las trampas al gallito del grupo, en churro media manga o manga entera.

No tenía nombre, le llamaban “el gordo”. Nunca fue buen estudiante. Normalmente le ignoraban aunque algunos profesores  le tenían fijación, solía pagar los platos rotos de las travesuras de  otros y propias. En su casa le pasaba algo parecido, su padre era de pocas palabras y manos ligeras.  La madre comentaba orgullosa que pesó cinco kilos al nacer. Su cuerpo  siempre creció más rápido que sus entendederas, sin embargo la marginalidad a la que se veía sometido le permitió disponer de tiempo para observar. Sabía más de lo que podía expresar con su cuerpo y con sus palabras. Todo era cuestión de tiempo.

En el barrio vivía un gran aficionado a la lucha Canaria que se había fijado en “el gordo”. El chiquillo andaba ya por los 12 años, aunque aparentaba un par de años más. Resultaba ser un galletón de cierta envergadura que andaba un poco patoso. A este buen hombre, que por su profesión de cartero conocía muy bien la calle, le preocupan las amistades que iba haciendo, casi todos mayores que él y con hábitos de consumo bastante peligrosos.

Serrano

Un hombre metódico con gran sensibilidad que convertía a flacos, gordos, inquietos, gamberrillos y marginados,  en  niños con nombre y apellidos a los que trataba de usted. Adolescentes  que a base de cariño, respeto y entrenamiento  se convertían en hombres a través de las técnicas y disciplina de la Lucha Canaria.

La lucha Canaria es el deporte más identitario y ancestral de los isleños. A pesar de las múltiples prácticas deportivas  invasivas  se ha mantenido a través de los tiempos.  Algunos de los sabios defensores de esta cultura deportiva dicen que “De la crisis de la lucha se sale con más lucha, con más técnica; con garabatos, pardeleras, traspiés, agachadillas, toques por dentro o por fuera, burras o levantadas, tronchadas o medias caderas pero no con empujones por muchas horas de gimnasio que tengan o por muchos kilos que lleven encima”. Es por tanto, algo más que un simple deporte, es una cultura llena de valores que suma carácter y autoestima.  Construye al ser humano desde la nobleza y la fortaleza, desde la magnanimidad de la victoria y la humildad de la derrota, la aceptación, el reconocimiento y el respeto por el contrincante sea cual sea su capacidad.

El gordo se sacó la lotería y como él muchos pasaron del limbo y la marginalidad  a la prosperidad y el reconocimiento social, pero sobre todo a la realización personal que le producía la autoestima de sentirse persona con valores  reconocidos y admiración.

Borito

Salvador Sánchez llegó con su padre desde el norte de la isla para afincarse en la ciudad. Eran otros tiempos y la vida,  ha decidido que continúe paseando Triana con la misma elegancia y porte. Conservando su coquetería y luciendo una envidiada cabellera merengue con  un paso que delata el perfil físico de un deportista mimado por la naturaleza.  Siempre le he visto con espesa y redondeada barba blanca, mucho más cuidada que la de  Gandalf  en el Señor de los Anillos.  Borito viene a ser un personaje con personalidad propia que, con sus observaciones  y buen hacer literario, ha dado notorio testimonio del discurrir ciudadano y la urbe que ha crecido paralela a sus  orgullosas canas. Su magnífica contribución al vernáculo deporte de Las Canarias continúa siendo un aliciente para todos aquellos que apreciamos la maravillosa plasticidad estética que nos ofrece la brega y el fervor que provoca en los terreros.

Pepín

Grandullón, sobrado de musculatura, destacó siempre por esa sonrisa socarrona característica de los que saben más de lo que aparentan. Nació en San José,  uno de los barrios más populares de Las Palmas de G.C. donde fraguó su carácter afable y comunicador con el que ha afrontado la brega de la vida,  dentro y fuera del terrero. Amar la tierra en la que resides  significa implicarse con tu gente, luchando para mejorar la sociedad que te ha tocado en suerte. Son muchos los referentes en nuestro municipio que dan el perfil de luchadores y defensores de los deportes tradicionales de los canarios. (La lucha Canaria, La vela Latina, el juego de la Bola, El Palo y El Garrote) Practicante y conocedor  de sus  técnicas y mañas, Pepín Ruano es sin lugar a dudas  una fuente de sabiduría. Ha dedicado casi toda su vida a divulgar y enriquecer el conocimiento  de los deportes más identificativos de los canarios.  Disfrutar  con él de una luchada es todo un lujo para quien le interese aprender historia luchística, nobleza  y canariedad.

Gabriel

Este es el caso de un humilde y abnegado trabajador, padre de ocho hijos  y sin tiempo para distraerse. Podría representar a cientos de personas que trabajan altruistamente desde la base, motivadas  por la afición y amor al deporte, con horas robadas a la vida familiar y personal. Auténticos ídolos no suficientemente reconocidos, entregados a la causa común de hacer que la juventud no se pierda en el limbo de las horas muertas y se conviertan en asesinos del tiempo.  La ingente labor realizada, creando y sosteniendo con su tiempo y dinero a los clubes deportivos, aun recibiendo la ingratitud de muchos padres, se  sienten recompensadas  con el simple saludo de esos niños hechos hombres que exclaman con agradecimiento “Gracias Maestro Gabriel”.  Con  referentes así certificamos como el estímulo del deporte, el trabajo de equipo, la solidaridad y el respeto impulsado por personas llenas de  bondad y calidad humana, influyen de forma determinante en la educación del individuo que suma a una sociedad más saludable y rica en valores.

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